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lunes, 23 de septiembre de 2013

Calle Laurel

Este fin de semana estuve en fiestas de San Mateo con unos amigos, por lo que era casi obligatorio hacer en algún momento del fin de semana, una parada en la famosa calle laurel de Logroño. El viernes llegamos y nos habituamos un poco a la ciudad. Resumiendo un poco: estuvimos en el chupinazo, en los bares de la calle mayor y en las carpas. Pero el sábado íbamos a cenar a la calle Laurel y en Logroño no hay nada como eso, ni las fiestas de San Bernabé ni las de San Mateo hacen frente a una buena comida en la calle Laurel, aunque no elegimos buenas fechas ya que era casi imposible estar en esa calle, tanto dentro de los bares como fuera. Estaba lleno de gente. Pero eso no nos hizo cambiar de opinión.

El sábado por la noche, en la calle Laurel, emprendimos nuestra marcha hacia el primer bar de la noche, el bar Donosti, que con su amplia variedad de pinchos han conseguido ser un lugar de referencia. En el Donosti probamos el "cojonudo" un pincho hecho a base de amor y cariño, y de pimiento, huevo frito de codorniz y chorizo.
Después de este pasamos al bar Ángel, casi en frente del bar anterior. La elección sobre qué pedir es clara ya que llevan haciendo el mismo pincho desde 1960: el "champi". El pincho consta de tres champiñones montados sobre un trozo de pan, coronados con una gamba. En este pincho la clave es la salsa de ajo que se echa sobre los champiñones y cómo luego esta misma salsa se impregna en el panecillo. Lo mejor del bar es que la plancha está a la vista de los clientes, ver como el cocinero da la vuelta a los champiñones con las espátulas es casi un arte.
Más tarde pasamos por el Pata Negra, donde la idea principal es pedir un pequeño bocadillo fácil de comer. Nosotros pedimos el "tetilla", que consistía en jamón serrano con queso de tetilla fundido al horno, simple, pero nunca antes me había sabido tan rico la mezcla entre el jamón y el queso.
Para terminar pasamos por el bar Sebas, probamos el pimiento relleno de ternera sin pena ni gloria. No me gustó mucho, sabía mas a carne que a pimiento.
No pasaba nada, habíamos dejado un buen pincho para el final, íbamos al bar Los Rotos. El local es bastante acogedor y tiene una gran terraza muy bien aprovechada. La especialidad del bar son los huevos rotos en un bollo de pan tierno, tienen rotos de setas, de chistorra, de morcilla y de otros muchos.
En este último bar terminamos y nos fuimos de la calle Laurel habiendo cenado por menos de diez euros.
Sin duda, el mejor pincho que no os podéis perder si vais a la Laurel, el Champi.

Unai Gómez Elachhab

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